Evita el contacto con aceites, cremas o suciedad que puedan afectar los hilos.

Cuando no la uses, guárdala en una cajita o bolsita de tela para protegerla del polvo.

Detergentes, cloro, perfumes y lociones pueden dañar el color y la resistencia del material.

Si la pulsera se ensucia, lávala con agua tibia y jabón suave, y déjala secar al aire sin torcer los hilos.

Puedes mojarla, pero asegúrate de que esté seca antes de guardarla para evitar malos olores.

La fricción con superficies rugosas o ásperas puede desgastar los hilos y los nudos.

Cómo cuidar tus pulseras de hilo